Con
frecuencia oímos hablar de opción fundamental u opciones fundamentales y ésta es
una expresión que nos produce un cierto rechazo, angustia o, al menos,
desasosiego. Parece que nos gusta más hacer pequeñas elecciones que no nos
comprometan demasiado y que podamos variar en cualquier momento. Pero viene
Jesús y afirma que hay que elegir y que esta elección ha de ser en profundidad:
«No se puede servir a Dios y al dinero» Nos está pidiendo una opción
fundamental, en la que no caben componendas.
La
opción fundamental no es, de ninguna manera, un atentado a nuestra libertad. Al
contrario, demanda el uso de esta facultad hasta las últimas consecuencias. En
el fondo no nos gusta demasiado la libertad, por eso nos asustan las opciones
fundamentales.
Nuestra
opción es por Jesús, por su evangelio, por los valores del Reino. Y esta
elección compromete nuestra existencia. Pero, vale la pena; por eso hemos hecho
de ella nuestra opción fundamental: «Buscad primeramente el reino de los cielos
y el hacer lo que es justo delante de Dios, y todas esas cosas se os darán por
añadidura» El resto de cosas son eso: «añadiduras». Hemos hecho la mejor
elección posible.