miércoles, 3 de enero de 2018

La Epifanía del Señor - Mt 2,1-12

El evangelio de la Epifanía nos presenta a unos sabios (o magos) de Oriente siguiendo a una estrella y buscando no saben bien qué. El nacimiento de una estrella indicaba –era una creencia generalizada– el nacimiento de un personaje importante. Todo apunta a que el acontecimiento será en Israel. Y con estas credenciales se presentan en Jerusalén. Son unos extranjeros que están buscando, sin saberlo exactamente, la manifestación de Dios.

El único que da importancia a estas noticias es el poder político, pero sus razones son interesadas, de poder, de miedo a perder su estatus… Las autoridades religiosas (sumos sacerdotes) y los estudiosos de la Palabra (escribas) conocen las Escrituras, lo que dice la Biblia sobre el Mesías. Pero sus intereses son otros; el mensaje les resulta indiferente, están demasiado ocupados en sus cosas.

Sólo unos extranjeros, unos que no comparten ni su raza, ni su cultura ni su religión, están buscando, siguiendo una estrella, un signo imperceptible para los que no tienen un corazón sencillo y abierto. Ellos son los que se encuentran con Jesús y le ofrecen lo que llevan. Ellos son los que perciben la acción de Dios es algo tan sencillo como una madre con su hijo: «vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron»

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